Y las llamadas “cintas de casete” se despachaban en tiendas de discos, El Corte Inglés, Simago, Alcampo, Discoplay y demás establecimientos del ramo… pero también en las gasolineras. Ignoramos el porqué, pero la idea quizá fuera abastecer de ruidos a los automóviles en una época en la que los viajes eran más largos y penosos: siempre era preferible poner a todo volumen una cinta de chistes verdes o un greatest hits de Mocedades que discutir a voces con la suegra o escuchar los alaridos de los peques.
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