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Se levantó de su sitio para ir al baño. De camino, oyó un grito: "¡Estás buena hasta preñada!". Y ella sabía que no era verdad, porque se veía cada mañana en el espejo, la panza de más de ocho meses, la retención de líquidos, el calor del mes de julio.(...) Brindé por mí y por ellas, maldije mi silencio y aplaudí a las que no se callaron y que seguramente acabaron fuera de aquel agradabilísimo e igualitario ambiente laboral
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etiquetas: machismo , silencio , trabajo , ángeles , caballero