La pulsión en este país no orbita alrededor de la defensa de los derechos humanos o de una cultura democrática. No. Circula en torno a los estándares marcados por una derecha que no alcanza los cánones europeos y que cuando no gobierna es capaz de actuar en contra de los intereses del país, porque su patriotismo está íntimamente ligado a un sentido de propiedad privada exclusiva de la nación: o mía o de nadie.
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