Hay una auténtica bomba de relojería a punto de explotar en las dependencias judiciales con más solera de Sevilla. La juez Mercedes Alaya se plantó el pasado viernes en el despacho del decano de los juzgados sevillanos. Se sabe que le confesó su “honda preocupación” por el momento que atraviesa su carrera. “Está muy tocada”. Sabe que el Consejo General del Poder Judicial libra un duro pulso interno, al parecer con empate técnico, sobre si acepta o no la prórroga que ha solicitado para seguir al frente de sus grandes casos.
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