Los balazos despertaron a un país ensimismado en los Juegos Olímpicos, la Expo de Sevilla y los 500 años del Descubrimiento de América. Un país que pensaba que había dejado definitivamente atrás la violencia policial del tardofranquismo y la Transición. El guardia civil Luis Merino acompañado de otros tres neonazis mató a balazos en noviembre de 1992 a la trabajadora dominicana que vivía en las ruinas de una discoteca de Aravaca. Activistas y familiares intentan que las lecciones de aquel crimen no se olviden.
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