Quien tenga ocasión de darse una vuelta por los alrededores de la madrileña plaza de toros de Las Ventas contemplará uno de los pocos conjuntos escultóricos que nuestro país dedica a un científico. En él un diestro de bronce saluda, montera en mano, al busto de quien la memoria colectiva reconoce como el descubridor de la penicilina. La placa que acompaña a este último reza: «Al doctor Fleming en agradecimiento de los toreros. 14 de mayo de 1964». Pero ¿por qué los agradecimientos van solo a Fleming?
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