“¿Es verdad que los niños tienen derecho en este país?”, se preguntaba la madre de Anna, una niña de siete años nacida en Marruecos, en su camino hacia Europa desde Camerún. Su pequeña tiene siete años. Su niña respira, salta, juega, pero a ojos de la Administración, Anna no existía en España. No existía porque ningún papel acreditaba su nacimiento ni su identidad por haber nacido durante su camino clandestino hacia España, donde los migrantes se enfrentan a numerosos peligros, multiplicados en el caso de las mujeres.
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