Tomó la primera fotografía de un muerto, en 1974, a los tres días de haber sido contratada como fotógrafa por el diario L’Ora. “El primer homicidio nunca te abandona… Fue en el campo. Comencé a temblar. Nunca había visto algo como aquello. Cuando llegamos allí el cuerpo llevaba varios días. El olor era terrible. Había un olivo y el viento esparcía el olor. Creía que el cuerpo se iba a mover. No lo hizo. Esto fue el comienzo de una historia que duró diecinueve años”, cuenta la artista en el documental La fotógrafa de la mafia.
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