El mismo nacionalismo que ha tomado posiciones en otros ámbitos de la sociedad civil catalana está dispuesto a dar la batalla definitiva por hacerse con el club. Lo intentaron en tiempos de Jordi Pujol, cuando comisionó a Sixte Cambra para levantar de su asiento a Josep Lluís Núñez, el constructor descarado que ganó el pulso a la burguesía autóctona.
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