La reciente ley suiza que prohíbe cocer langostas vivas en agua hirviendo ha reavivado el viejo debate científico –aún no resuelto- sobre la capacidad sintiente de los invertebrados. Investigadores, biólogos y etólogos del mundo llevan años repasado el sistema nervioso de este crustáceo de alto copete para tratar de dilucidar si las langostas sufren o no. La cuestión no es baladí. Pero más allá de las consideraciones técnicas al respecto, esta pionera y precursora revisión de la normativa suiza sobre protección animal viene a consolidar una ten
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