Quién le iba a decir a Robe Iniesta que sus canciones las acabarían cantando coros de niños en los colegios. Un desenlace imprevisto, sin duda. La profesora Mónica Cano, del CEIP La Latina, se atrevió a arreglar Ama, ama y ensancha el alma, el tema con el que Extremoduro acostumbraba a cerrar —en el punto más alto de euforia y hermandad— sus conciertos. Aquellos aquelarres excesivos sirvieron a una generación como espita por la que liberar tensiones y rebajar el estrés.
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