Dentro de un momento, llamarán al timbre de tu casa. Al abrir, una pareja de policías preguntará por ti. Sin comerlo ni beberlo, mientras los vecinos se asoman al descansillo, te acusarán en voz alta de robo con violencia y allanamiento, te detendrán y te llevarán, primero, a la comisaría más cercana y después a la prisión provincial. Allí, serás desnudado, cacheado y todos tu orificios serán inspeccionados a fondo. Te despiojarán, desinfectarán y te darán un uniforme: además del mono numerado, incluirá una pesada cadena.
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