La pareja había pagado más de 120,000 dólares por todo ello y al final debieron aceptar que no iban a poder tener otro bebé. Entonces, recibieron una llamada de la clínica para practicarse un examen “de rutina” y fue entonces cuando, para su pasmo, se enteraron que uno de sus embriones le fue colocado a otra mujer, residente en Nueva York, que había dado ya a luz a su bebé.
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