Investigadores del CNIC demuestran que el ejercicio físico vigoroso se asocia a una “descompactación” del corazón, que adopta una morfología esponjosa.
Aclarar que eso no es malo, pero se puede confundir con una patología en la que esa morfología sí que es dañina, del propio artículo “es fundamental poder diferenciar entre la condición maligna y la adaptación fisiológica (benigna)"