Para evitar el riesgo de pobreza, se recomienda no destinar más del 30% del salario al pago de la vivienda, ya sea hipoteca o alquiler. Atendiendo a esta regla, un sueldo medio -2.000 euros brutos según el INE- no debería destinar más de unos 600 euros a este fin. Sin embargo, en grandes capitales como Barcelona cumplir este porcentaje equivale a vivir en una infravivienda: estudios sin habitaciones y de reducidísimas dimensiones, bajos oscuros, sin ventilación…
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