La situación tiene algo de paradoja. Hay que recordar que algunos de esos agentes salieron de otros puntos de España con destino a Catalunya vitoreados por amigos y familiares al grito de "¡A por ellos!", a modo de alegre hinchada futbolística. Los que les jaleaban esperaban que policías y guardias metieran en cintura a los independentistas. El Ministerio no tardó mucho tiempo en darse cuenta de que esas imágenes ofrecían una visión deplorable de la misión, como si los agentes fueran a viajar a una tierra extranjera y pagana.
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