En el momento del nacimiento esta piel, llamada prepucio, está muy adherida al glande y no suele retraerse espontáneamente en casi ningún recién nacido. Poco a poco, y fundamentalmente debido a las erecciones transitorias que presentan los niños, esa adherencia se va liberando, el prepucio adquiere elasticidad y se retrae a medida que el niño va creciendo.
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