Tanto en el Homo sapiens como en los chimpancés, los machos acostumbran a crear mucha jarana en sus juegos de poder o exhibiciones de recursos. Lo hace, sencillamente, porque el macho quiere impresionar a la hembra. Sin embargo, la hembra no suele prestar demasiada atención en realidad y, de hecho, su forma de obtener su estatus no participa de este modus operandi.
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