Ningún país ha realizado una operación tan desafortunada con una de sus más preciadas joyas gastronómicas, considerada como una de los productos alimenticios más exquisitos del mundo, sí, una de las más reconocidas delicatessen allí donde ha llegado. En vez de considerarla como el mascarón de proa de la rica, abundante y reconocida nave de la industria agroalimentaria española, que exporta a todo el mundo y cada vez más, por sus excelentes características organolépticas, se ha decidido convertirlo en un producto mediocre.
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