Esta fábrica de fertilizantes químicos, que cerró en 2001, dejó huella indeleble tras más de un siglo de actividad. Su rastro es un millón de metros cúbicos de tierra contaminada con radioactividad (fosfoyesos), metales pesados (mercurio, cadmio, arsénico, entre otros) y cenizas de pirita. Muchos de ellos, incluidos en la lista negra de productos peligrosos para la salud humana y el ecosistema
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