Una banda rumana colocó en 2014 un centenar de cajeros automáticos en los principales destinos turísticos de México. Las máquinas alteradas clonaban las tarjetas de los usuarios, principalmente turistas extranjeros. El robo saqueó las cuentas de los clientes al ritmo de 240 millones de dólares anuales hasta que la operación fue desmantelada por las autoridades mexicanas, a mediados de 2019. El esquema elaborado a través de la empresa fachada Top Life Servicios habría trasladado en total 1.200 millones de dólares a las cuentas de los criminales
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