La Junta de Andalucía suspende las clases presenciales en la Universidad de Granada e instaura una especie de toque de queda en las residencias universitarias, pero deja intactas las reglas del ocio diurno y nocturno vinculado a comer y beber. “Me entristece profundamente que se valoren más los bares que la vida universitaria", lamentó la rectora, Pilar Aranda.
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