Miles de mujeres han trabajado durante décadas con contratos irregulares o inexistentes en la industria del calzado de Elche. A la falta de derechos, paro o vacaciones pagadas se suma ahora una nueva problemática: no tienen pensiones de jubilación. Ellas, las aparadoras, han sido y son las manos que dan forma a los zapatos, manos siempre de mujer que trabajan en la sombra, en demasiadas ocasiones sometidas al abuso laboral cuando no con una total ausencia de derechos.
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