Desde el exterior se percibe esta imagen perfecta del también conocido como mar de Cortés. El refugio del lobo marino, el tiburón ballena o la ballena jorobada. Romantizado como ejemplo de conservación, ha provocado que lleguen aquí más visitantes e intereses de afuera. Las rachas de calor en el océano, la sobrepesca que irrumpe la cadena trófica y el acoso de las inmobiliarias a los humedales —captadores de CO2— son factores que, en conjunto, vulneran estos litorales que antes fueran dignos de tramas aventureras.
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