La discriminación racial sigue existiendo en muchos aspectos de este país, y no de forma disimulada o remota como podría pensarse. Washington es buen ejemplo de esta regresión. La victoria de Donald Trump y su tibieza a la hora de condenar la reaparición de grupos supremacistas en el último año no ha ayudado a cambiar las cosas. Pero no hace falta fijarse en estas organizaciones de extrema derecha para darse de bruces con el racismo institucional que todavía campa a sus anchas en la capital americana.
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