Hoy no nos valen confesiones como las de Jon Hamm, alias Don Draper, que propició titulares engañosos a este y el otro lado del Atlántico anunciando un pasado en el porno... como encargado de vestuario. Ni tampoco David Duchovny, que interpretó un papel fijo en Red Shoe Diaries, esa limpita serie de Playboy TV que se nos grababa por accidente cuando intentábamos programar el VHS. La fama de verdad, a veces no llega con trabajo, sudor y lágrimas, e implica acorralar al pudor, abrirnos la gabardina y amenazarle con nuestras vergüenzas.
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