En 1990 el periódico me envió a fotografiar un campo de mendigos en Nueva Orleans. Uno de los que allí estaban se me acercó: "Deberías hacer un reportaje sobre mi vida. He jugado tres Super Bowls", la final del fútbol americano. Me enseñó una identificación a nombre de Jackie Wallace. Hoy se cumplen tres años desde su último intento de suicidio en un puente sobre el río Misisipí. La suya es una historia de alcoholismo, adicción a las drogas y pobreza que se extiende durante décadas después de ser el orgullo deportivo de su barrio.
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