Un 10% de los estudiantes canarios, la mayoría varones, afirma haber aprendido a nadar cuando tenía entre 6 y 12 años después de recibir un empujón por la espalda de manera inesperada por parte de algún familiar o allegado, lo que, señalan los jóvenes, les provocó distintos grados de hidrofobia o talasofobia.
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