Una Película Inolvidable

El salón, abarrotado, hervía de expectación. Los invitados, con sus mejores galas, aguardaban el acontecimiento del año. Cuando se anunció el nombre del galardonado, aplausos y música triunfal llenaron la sala. Con el rostro iluminado, el premiado se levantó del asiento y avanzó hacia el escenario. Un discurso vibrante, lleno de gratitud y pasión, cautivó profundamente al público.

Sin embargo, tras cada aplauso, un escalofrío ascendía por su columna. Por dentro, un ardor punzante le recordaba que aquella película, vendida como ficción, era la grabación de un crimen, camuflado como obra maestra del suspense. El público había disfrutado de cada escena sin sospechar que la actriz principal jamás regresó a casa. Cada grito en pantalla era su último aliento. Sostuvo la estatuilla con la sonrisa que todos esperaban, pero la culpa le roía las entrañas. Aquella ovación consumó su condena: el precio del éxito exigía el silencio de su conciencia.