Y en el quinto círculo se hallaba el alma de un desgraciado que leía con los ojos inyectados en sangre una pantalla monocroma... Navegaba frenéticamente entre las líneas de código hacia adelante y hacia atrás, apuntaba cosas en una libreta llena de garabatos y volvía una y otra vez a la misma excepción. A veces se echaba hacia atrás y fijaba la vista en el infinito pensando hasta que algo, en algún lugar de su cabeza, hacía clic y veías un brillo de esperanza en sus ojos, volvía a la pantalla y movía frenéticamente el scroll hasta una zona de la interminable sucesión de líneas que desfilaban por la maraña verde y negra, luego volvía a la excepción y se quedaba mirándola absorto, hasta que ese brillo en los ojos se extinguía, poco a poco... hasta que el vacío volvía a adueñarse de su mirada.
-Él puede irse cuando quiera, solo tiene que admitir su culpa, pero sigue repitiendo lo mismo, "mi código es autoexplicativo"
-Pobre diablo