Asamblea mensual anual

—Maldito seas Enero —dijo don Febrero—. Siempre jodiendo.

La voz de Febrero se alzó cruel y fría, clavándose como una aguja en los oídos de los demás meses durante su reunión anual.

—¿Tienes algún problema? —respondió arrogante.

—Sí, si no existieras la gente no me llegaría tan deprimida.

—Calma, haya paz, todos los años lo mismo —interrumpió Junio levantándose de su silla para evitar que Enero golpeara a Febrero.

La escena era un clásico del que todos los meses estaban hartos, tan hartos que Julio propuso una idea novedosa.

—Propongo expulsarlos a los dos. Ya no aguanto más. A ver si así recapacitan.

Todos los meses se miraron sorprendidos, ¿cómo algo tan simple no se le había ocurrido a nadie todavía? Entre gritos de protesta y pataletas echaron del grupo a los dos alborotadores. Entonces abrí los ojos en Tenerife y dejé de soñar. ¿Enero? Me voy al mar.