En toda la historia ninguna cultura, ninguna civilización, ha crecido y se ha engrandecido por sí misma. Las guerras, las conquistas, las inmigraciones son lo que ha dado grandeza a los países. No por la violencia, la crueldad y la sumisión, sino porque los nuevos individuos, los vencidos o los vencedores, que a la larga son indistinguibles, han aportado nuevos puntos de vista, nuevas ideas, han contribuido a la transformación, a la presión histórica necesaria que constituye la grandeza de una cultura.
Una civilización solitaria no alcanza nunca la grandeza, sino su propia corrupción. Una civilización que quiera avanzar únicamente sobre los fundamentos que la crearon, que quiera alcanzar la grandeza por sí misma, no hace más que colaborar con los medios de su propia destrucción. No importan sus recursos, no importa su sistema de vida, su política, su filosofía. Sus funciones no serán más que un círculo vicioso que terminará por agotar lo que se halla en su interior. Tal vez no muera, quizá sobreviva, languideciendo sobre los laureles de su historia, convirtiéndose en algo insignificante.
Sebastián Martínez, “Portal”. (Relato incluido en "Super Ficción–75".)