También combatimos por la felicidad que no conocemos pero sabemos que llegará. Por las chicas que no conocemos, por las viñas que aún no hemos plantado y el vino que nos darán. Porque sea nuestro ese vino. Por los amigos con los que lo beberemos. Por las tumbas de nuestros padres. Por los dientes de nuestros hijos. Por las tierras que no hemos visto pero que saben que serán nuestras... Por mandar en vez de ser mandados. Por eso combatimos.
El regreso. Bernhard Schlink.