Si Alekhine hubiera sido un científico nazi antisemita, inventor de maquinarias de exterminio, y como tal hubiera gozado de la protección de los poderosos, entonces toda esa chusma intelectual habría contenido cobardemente el aliento. No siendo así, la víctima tuvo que beber el amargo cáliz hasta las heces... Incluso el supremo gesto de su partida fue vulgarmente mancillado. Y nosotros, temerosos, con un nudo en la garganta, callamos. Porque la única virtud que aúna fraternalmente a todos, blancos y negros, judíos y cristianos, es la vileza.
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