- Confundir deliberadamente es estafar. No se deje estafar.
- Errar es humano, pero persistir en el error es estúpido o criminal. Corrija sus errores antes de que lo tomen por tonto o por canalla.
- En política, exagerar para cualquiera de los dos lados es peligroso. No arriesgue el pellejo subestimando ni haga el ridículo exagerando.
- Las predicciones políticas son azarosas porque no conocemos leyes históricas. Desconfíe de quien le ofrezca venderle el futuro, sobre todo en cuotas de sangre.
- En política las palabras sirven ya para informar, ya para engañar. No sea ingenuo: tome con pinzas y examine todo lo que le digan, y recuerde que el mentiroso mayorista suele ser premiado y recordado, ya injustamente como gran hombre, ya justamente como gran rufián.
- Antes de aceptar un pagaré político averigüe si el firmante es solvente y si su pasado inspira confianza.
- Desenmascare el maquiavelismo: contribuya a moralizar la política. A buenos fines, buenos medios.
- Recuerde que la agresión armada, por justificada que parezca, es un crimen. Y que este crimen se da en dos variedades: de abajo y de arriba (o terrorismo de Estado). El terrorista de abajo puede caer bajo el Código Penal, mientras que al de arriba le cabe el Código de Núremberg. En resumen, cuando oiga la palabra guerra, desconfíe: acuda al diccionario y averigüe quién es el auténtico enemigo y cómo combatirlo sin cometer crímenes de guerra.
Las pseudociencias ¡vaya timo!
Mario Bunge, 2010