Más vasto que los imperios y más lento

Estás mirando un reloj. Tiene manecillas y unas figuras dispuestas en círculo. Las manecillas se mueven. No podrías decir si lo hacen coordinadamente o si una se mueve más rápido que la otra. ¿Qué significa eso? Que hay una relación entre las manecillas y el círculo de figuras, y el nombre de esa relación lo tienes en la punta de la lengua; las manecillas son… algo-u-otra-cosa con relación a las figuras. ¿O lo son las figuras con relación a las manos? ¿Qué significa eso? Son figuras (tu vocabulario no ha disminuido en absoluto), y, por supuesto, puedes contar uno, dos, tres, cuatro, etc., pero el problema está en que no puedes decir cuál es cuál. Cada una es una: ella misma. ¿Dónde comienzas? Si cada una es una no hay…, ¿cuál es la palabra? La tenía hace un instante… «algunidad» entre ellas. No hay un entre. Sólo hay aquí y aquí, una y una, no hay allí. Maya ha caído. Todo es aquí, ahora y uno. Pero si todo es aquí, ahora y uno, no hay fin. No ha comenzado, por lo tanto, no puede terminar. Dios mío, sácame de aquí, ahora Uno…

Estoy intentando describir las sensaciones de una persona normal en un vuelo NAFAL. Para algunos puede ser aún mucho peor, aquellos cuyo sentido del tiempo es agudo. Para otros es relajante, como una droga que liberase la mente de la tiranía de las horas. Y para unos pocos la experiencia es auténticamente mística. El colapso de tiempo y relación les lleva directamente a la intuición de lo eterno. Pero el místico es una rara avis, y lo más cerca que está la gente de alcanzar a Dios en el tiempo paradójico es mediante una oración inarticulada y angustiada en petición de descanso.

Acostumbran a drogar a la gente en los saltos largos, pero dejaron de hacerlo cuando se dieron cuenta de los efectos. Lo que puede sucederle a un drogado, a un enfermo o a un herido durante un vuelo que transcurre casi a la velocidad de la luz es, por supuesto, imposible de determinar. Un salto de diez años luz no tendría que suponer ninguna diferencia, lógicamente, para un enfermo de sarampión o un herido de bala. El cuerpo no envejece más que unos minutos. ¿Por qué se saca al paciente de sarampión fuera de la nave al final del viaje hecho un leproso en tanto que el herido sale cadáver? Nadie lo sabe, excepto tal vez el cuerpo, que mantiene la lógica de la carne y sabe que ha estado enfermo, sangrando o drogado en una inconsciencia de diez años. Después de que muchos enloquecieran y de que se estableciera como un hecho el Efecto Fisher King, dejaron de utilizar drogas y de transportar enfermos, heridos y embarazadas. Hay que tener una salud normal para un viaje NAFAL.

Pero no se ha de estar cuerdo.

Fue durante las primeras décadas de la Liga cuando los terrestres, tal vez en un intento de mantener en alto su apaleado ego colectivo, lanzaron naves que realizarían viajes enormemente largos, mucho más allá de las estrellas. Buscaban mundos que no hubieran sido colonizados ni explotados, como lo habían sido todos los mundos conocidos, por los Founders on Hain, mundos auténticamente extraños; y todas las tripulaciones de aquellas naves de investigación estaban trastornadas. ¿Quiénes si no hubieran salido a recoger información que no sería recibida sino al cabo de cuatro, cinco o seis siglos? ¿Y recibida por quién? Esto era antes de que se inventara el comunicador instantáneo; quedarían aislados tanto en el espacio como en el tiempo. Ninguna persona en su sano juicio que hubiera experimentado el deslizamiento del tiempo, aunque sólo hubiera sido durante unas pocas décadas y entre mundos cercanos, se ofrecería voluntaria para un viaje de medio milenio. Los investigadores eran escapistas; inadaptados; introvertidos.

Diez de ellos subieron a bordo del transbordador en Smeming Port, en Pesm, e hicieron diversos e ineficaces intentos de conocerse durante los tres días que tardaba el transbordador en alcanzar su nave, Gum. Gum es un apodo lowcetiano, que quiere decir, más o menos, nene o animalito casero. En el equipo había un lowcetiano, un hairycetiano, dos hainisianos y cinco terrestres; la nave era de construcción cetiana, pero fletada por el Gobierno de la Tierra. Su tripulación subió a bordo a través de un tubo, uno a uno, como aprensivos espermatozoides que fueran a fertilizar el universo. El transbordador se fue y el Gum comenzó su viaje. Voló durante algunas horas por el borde del espacio a unos pocos cientos de millones de kilómetros de Pesm y luego, bruscamente, desapareció.

Cuando al cabo de diez horas y veintinueve minutos, o sea, 256 años, Gum reapareció en el espacio normal, se contaba con que estuviera en las cercanías de la Estrella KG-E-96651. Con toda seguridad habría también una adorable estrella de luz dorada. Y en algún lugar, dentro de una esfera de cuatrocientos millones de kilómetros, habría también un planeta verde, Mundo 4470, como indicó un cartógrafo hacía bastante tiempo. Lo que tenía que hacer la nave era buscar el planeta. No era tan fácil como parecía. En el espacio planetario, la Gum no podría ir a una velocidad cercana a la de la luz; si lo hiciera, tanto ella como la Estrella KG-E-96651 y el Mundo 4470 podían acabar explotando. Tendría que viajar utilizando cohetes a propulsión, a unos pocos cientos de miles de kilómetros por hora. El Navegante Matemático Asnanifoil sabía muy bien dónde tendría que estar el planeta y calculaba que lo alcanzarían en diez días-E. Entretanto, los miembros del equipo de Investigación podrían conocerse aún mejor.

Ursula K. Le Guin, "Más vasto que los imperios y más lento."

(Incluido en: "Mujeres y maravillas." Antologista: Pamela Sargent.)