Manifiesto de Unabomber (IX)

 ORIGEN DE LOS PROBLEMAS SOCIALES 

45 Cualquiera de los síntomas precedentes pueden presentarse en cualquier sociedad, pero en la sociedad industrial moderna proliferan a escala masiva. No somos los primeros en mencionar que actualmente el mundo parece estar volviéndose loco y que este topò de cosas no pertenecen a la norma de las sociedades. Hay buenas razones para creer que el hombre primitivo sufría menos tensión y frustración y estaba más satisfecho con su forma de vida de lo que está el hombre moderno. Es cierto que en las sociedades primitivas no todo era un camino de rosas, pero parece que, HABLANDO EN GENERAL, la clase de problemas que hemos citado en el párrafo precedente eran mucho menos comunes en las sociedades primitivas de lo que lo son en la sociedad moderna. 

46 Atribuimos los problemas sociales y psicológicos de la sociedad moderna al hecho de que esta requiere que la gente viva bajo condiciones muy distibtas a aquellas en las que se desarrolló la especie humana, y exige comportamientos que entran en conflicto con los patrones de conducta que la especia humana desarrolló en sus inicios. Queda claro, por lo que ya hemos escrito, que consideramos la falta de oportunidad de experimentar adecuadamente el proceso de poder como la más importante de las condiciones anormales a las que la sociedad moderna somete a la gente. Pero no es la única. Antes de analizar el colapso del proceso de poder como el origen de los problemas sociales, discutiremos otros factores. 

  47. Entre las condiciones anormales presentes en la sociedad industrial moderna están la excesiva densidad de población, el aislamiento del hombre de la naturaleza, la excesiva rapidez del cambio social y el colapso de las comunidades naturales de pequeña escala, tales como la familia extendida, el pueblo o la tribu.

 48 Es bien sabido que el hacinamiento incrementa la tensión y la agresividad. El grado de hacinamiento que existe hoy, y el aislamiento del hombre de la naturaleza, son consecuencias del proceso tecnológico. Todas las sociedades preindustriales eran predominantemente rurales. La Revolución Industrial incrementó el tamaño de las ciudades y la proporción de población urbana, mientras que la tecnología agrícola moderna ha hecho posible que el planeta soporte una densidad de población que nunca se había alcanzado previamente. (Además, la tecnología ha agravado los efectos del hacinamiento porque da a la gente la capacidad de molestar en mayor medida a los demás. Por ejemplo, una variedad de aparato que haga ruido: un segador potente, radios, motocicletas, etc. Si el uso de estos aparatos no está restringido, la gente que quiere paz y silencio está frustrada por el ruido. Si el uso está restringido, la gente que usa los aparatos está enfadada por las regulaciones. Pero si estas máquinas no hubieran sido inventadas, nunca hubieran existido el conflicto y la frustración generado por ellas). 

49 Para las sociedades primitivas, el mundo natural, que normalmente cambiaba muy despacio, proporcionaba un armazón estable que confería sensación de seguridad. En el mundo moderno es la sociedad humana la que domina la naturaleza, al contrario que antes, y la sociedad moderna se transforma muy rápidamente debido al cambio tecnológico. Así que ya no existe tal armazón estable ni tal sensación de seguridad. 

50 ¡Los conservadores son unos mentecatos! Se quejan de la decadencia de los valores tradicionales y, sin embargo, apoyan con entusiasmo el progreso tecnológico y el crecimiento económico. Parece que nunca se les ha ocurrido que no es posible hacer cambios rápidos y drásticos en la tecnología y en la economía de la sociedad sin causar cambios, igual de rápidos y drásticos, en todos los otros aspectos de esta, y que esos cambios inevitablemente destruyen los valores tradicionales. 

51 La descomposición de los valores tradicionales implica la descomposición de los huesos que mantienen juntos los grupos sociales a pequeña escala. La desintegración de estos grupos está también promovida por el hecho de que las condiciones modernas muchas veces requieren que las personas se desplacen, separándolas de sus comunidades. Más allá de eso, una sociedad tecnológica necesita imperiosamente debilitar los lazos familiares y las comunidades locales para funcionar con eficacia. En la sociedad moderna, la fidelidad personal debe serlo primero al sistema y, sólo secundariamente, a una comunidad de pequeña escala, porque si la fidelidad interna a las comunidades de pequeña escala fuera más fuerte que la fidelidad al sistema, estas comunidades defenderían sus intereses a costa del sistema. 

52 Supongamos que un funcionario público o un ejecutivo de una corporación nombra a su primo, a su mejor amigo, o a su correligionario de parroquia o de partido para un puesto antes que nombrar a una persona mejor cualificada para el trabajo. Ha permitido que la fidelidad personal reemplace su fidelidad por el sistema, y eso es "nepotismo" o "discriminación", pecados terribles en la sociedad moderna. Las sociedades industriales que no han conseguido subordinar las fidelidades familiares y personal al sistema, en general funcionan muy mal. Véase, por ejemplo, Latinoamérica. Por eso, una sociedad industrial avanzada sólo puede tolerar esas comunidades de pequeña escala si estén castradas, domesticadas y convertidas en herramientas del sistema. Una excepción parcial se puede hacer con unos pocos grupos cerrados y pasivos, tales como los Amish, los cuales tienen pocas consecuencias en la sociedad en su conjunto. Aparte de estos, hoy en día existen en América algunas otras comunidades de pequeña escala genuinas. Por ejemplo, pandillas de jóvenes y algunos "cultos" o sectas. Todo el mundo los considera peligrosos, y lo son, porque los miembros de estos grupos primeramente son leales los unos a los otros antes que al sistema. O consideremos a los gitanos. Estos comúnmente eluden los castigos por delitos como el robo y el fraude porque sus lealtades son tales que siempre pueden conseguir que otros gitanos den testimonio que "pruebe" su inocencia. Obviamente el sistema estaría en un serio problema si demasiada gente perteneciera a tales grupos. Algunos de los pensadores chinos de principios del siglo XX que estaban interesados en la modernización de China, reconocieron la necesidad de acabar con los grupos sociales de pequeña escala tales como la familia: "(Según Sun Yat-sen) La gente china necesitaba una nueva oleada de patriotismo, la cual permitiría que la lealtad se transfiriese de la familia al Estado... (Según Li Huang). Los apegos tradicionales, particularmente a la familia, tenían que ser abandonados, si el nacionalismo debía desarrollarse en China." (Chester C. Tan, "Pensamiento Político Chino en el Siglo Veinte", página 125, página 297).