Con extraña habilidad
un soldado, poco a poco,
queriendo pintar un loco
retrató a la humanidad.
Como dijo la verdad,
dejó al mundo descontento,
y, mendigando el sustento,
murió de hambre el pobrecito,
acusado del delito...
de tener mucho talento.
En obra tan singular,
que rival no ha de tener,
España aprende a leer,
el mundo aprende a pensar.
De aquel tesoro sin par,
Cervantes, con rica vena,
puso tanto en cada escena
en una página sola,
que (aun siendo la obra española)
España la encuentra buena.
Hoy dice el mundo (y se engaña)
—¡pues no era manco el autor!—
Mas quien hizo tal primor
salió manco de campaña.
Si por la gloria de España
que en el Quijote se encierra
Europa nos arma guerra,
decid con desdén profundo:
—El mejor libro del mundo
lo escribió un manco en mi tierra.
Leopoldo Cano y Masas