... Me sentí invadido entonces por una sospeche lúgubre: ¿y si, después de todo, los seres vivientes no fuéramos nada más que esos restos de papel? ¿No hay acaso un "viento" invisible, misterioso, que nos arrastra aquí o allá, determinando nuestras acciones, mientras en nuestra ingenuidad creemos gozar de libre albedrío? ¿Y si la vida que hay en nosotros no fuera más que un inexplicable remolino de viento? Ese viento del que la Biblia dice: "Oyes el sonido, pero no puedes decir de dónde viene y adónde va?". ¿No soñamos a veces que hundimos nuestras manos en aguas profundas y atrapamos peces de plata, cuando no es más que una corriente de aire frío que resbala sobre nuestras manos?
El Golem - Gustav Meyrink