-Una vez perdí un anillo.... un hermoso aro de diamantes que había pertenecido a una reina y que me fue entregado por un recaudador de impuestos, que después se cortó la garganta porque yo lo rechacé. Pensé que debía de haber sido robado, y entre todos lo buscamos; pero no pudimos hallar ningún rastro. Vino la policía y sugirió que debía de haber ido a las alcantarillas. Bajamos... ¡yo con mis finas ropas, porque no les iba a confiar a ellos mi hermoso anillo!
Desde entonces sé mucho más sobre las alcantarillas, ¡y sobre las ratas también!
Pero nunca olvidaré el horror de aquel lugar, lleno de ojos llameantes, un muro de ellos justo más allá de la luz de nuestras antorchas. Bien, bajamos debajo de mi casa. Buscamos la salida de la alcantarilla y allá, en medio de las inmundicias, hallamos mi anillo, y salimos.
¡Pero también hallamos algo más antes de salir! Cuando nos dirigíamos hacia la salida, un montón de ratas de alcantarilla -humanas esta vez-vino hacia nosotros. Dijeron a la policía que uno de ellos había ido a las alcantarillas pero no había regresado. Había ido sólo un poco antes que nosotros y, si se había perdido, no podía estar muy lejos. Pidieron que les ayudaran, así que volvimos. Intentaron impedir que fuera con ellos, pero insistí. Era una nueva excitación, y ¿no había recuperado mi anillo?
No habíamos ido muy lejos cuando tropezamos con algo. Había muy poca agua, y el fondo de la alcantarilla estaba lleno de ladrillos, residuos y materia de muy variada índole. Había luchado, incluso, cuando su antorcha se apagó. ¡Pero eran demasiadas para él! ¡No les había durado mucho! Los huesos todavía estaba calientes, pero completamente mondos. Incluso habían devorado a sus propias muertas, y había huesos de ratas junto con los del hombre. Los otros -los humanos- se lo tomaron con tranquilidad, y bromearon sobre su camarada cuando lo hallaron muerto. Bah, ¿qué más da, vivo o muerto?
Bram Stoker, "El entierro de las ratas."