El ministerial no sabe más que este cañoneo: "La España no está madura." "No es oportuno." "Pido la palabra en contra." "No se crea que al tomar la palabra lo hago para impugnar la petición, sino sólo, sí para hacer algunas observaciones", etc., etc. Y todo, ¿por qué? Porque le suena siempre en los oídos el cañoneo del año 23. No ve más que el Zurriago, no oye más que a Angulema.
Es cangrejo, porque se vuelve atrás de sus mismas opiniones francamente; abeja en el chupar, reptil en el serpentear, mimbre en lo flexible, aire en el colarse, agua en seguir la corriente, espino en agarrase a todo, aguja imantada en girar siempre hacia su norte, girasol en mirar al que alumbra, muy buen cristiano en no votar; y aseméjase en fin, por lo mismo, al camello en poder pasar largos días de abstinencia; así es que en la votación más decidida álzase el ministerial y exclama: "Me abstengo"; pero, como aquel animal, sin perjuicio de desquitarse de la larga abstinencia a la primera ocasión.
Mariano José de Larra, "El ministerial". (Publicado en Revista Española, septiembre de 1834.)