Cuando era niño, mi abuela me contó la fábula de los ciegos y el elefante.
Estaban los tres ciegos ante el elefante. Uno de ellos le palpó el rabo y dijo:
- Es una cuerda.
Otro ciego acarició una pata del elefante y opinó:
- Es una columna.
Y el tercer ciego apoyó la mano en el cuerpo y adivinó:
- Es una pared.
Así estamos: ciegos de nosotros, ciegos del mundo. Desde que nacemos, nos entrenan para no ver más que pedacitos. La cultura dominante, cultura del desvínculo, rompe la historia pasada como rompe la realidad presente; y prohíbe armar el rompecabezas.
El elefante, del libro Ser como ellos y otros artículos (1992)