Hay muchas personas, pero aún hay más rostros.
¿Qué hacen con todos los que no usan?
Los llevarán sus hijos. A veces incluso se los ponen a sus perros.
Hay gente que usa siempre el mismo y lo gasta, lo da de sí, como a unos guantes de viaje. Otros cambian constantemente de rostro y los van gastando todos, y cuando son cuarentones resulta que ya están usando el último aunque pensaban que serían inacabables.
Después, cuando se gastan los rostros, aparece el forro, y tienen que salir a vivir mostrando ese triste forro.
Los apuntes de Malte Laurids Brigge. Rainer Maria Rilke