No, de verdad, no me importa lo que te pasó. Y da igual si lo escribes o lo esculpes en una lápida. Tampoco le importará a nadie más adelante, a no ser que sirvas a sus fines. A los suyos, no a los tuyos.
Da igual con cuanta rabia arrojes la piedra. En ese instante, la piedra arrojada deja en el agua un rastro, pero los círculos se alejan del lugar del suceso y cuando llegan a la bahía se convierten en caricia para una piedra o un caracol, como un telegrama que no significa nada.
Así tu historia. Así tu memoria.
Plaza de Dante. Dragan Velikic