El coche del futuro.
¿Cómo debemos imaginarnos el coche del año 2020? Tendrá una forma perfectamente aerodinámica, con la parte más ancha un poco por detrás de la línea media, y aletas para aumentar el agarre a la carretera y la longitud de la estela detrás del vehículo. Tal vez el motor eléctrico esté combinado ya con la turbina de gas, equipada a su vez con algún sistema de reciclaje de la energía, como una rueda volante o un tanque de presión. Probablemente tendrá capacidad para cuatro personas, con los asientos traseros más separados que los delanteros. Por estas características, el coche será más corto y más ancho, y pesará tal vez unos 500 kg.
Un rasgo importante en el desarrollo del coche del futuro será la durabilidad. Actualmente la carrocería y el motor tienen resistencias muy diferentes. Podemos estar seguros de que en el futuro se abrirán dos líneas de desarrollo: la del coche muy duradero y la del automóvil "desechable". El coche desechable representa una perspectiva de gran atractivo para la producción masiva. Puede seguir la moda; es muy ligero y muy barato. También puede diseñarse de tal modo que el material procedente de los coches usados se recicle rápidamente y a gran escala. Este nuevo aspecto de la industria automovilística impulsaría en gran medida las economías en recesión. El inconveniente sería que este tipo de automóviles gastarían más combustible que los diseñados para durar, cuya función sería también importante. El coche "duradero" podría fabricarse en una variedad de modelos satisfaciendo asi todos los gustos. Su desarrollo podría ser una forma de controlar la actual tendencia hacia la uniformidad, resultado de la producción masiva.
El coche duradero será más pesado y más caro que el desechable, pero gastará menos combustible. Estará sólidamente construido pero requerirá un mantenimiento regular, pues a las futuras velocidades no será nada difícil cubrir 300.000 km en cinco años. Las revisiones y el mantenimiento se harán, en su mayor parte, mediante el uso de equipos electrónicos. Por lo tanto, prevemos que en el año 2020 habrá vehículos duraderos y ligeros, con dos motores controlables semiautomáticamente en las autopistas, y programables de forma totalmente automática para cualquier destino dentro de la ciudad. Después del 2020, sólo faltará un paso para que el sistema de transportes alcance su plena madurez: las vías para automóviles. Si se utiliza un motor de inducción lineal como fuerza motriz, con la corriente impulsora en la vía sobre la cual el vehículo es transportado , el tráfico podrá discurrir a grandes velocidades por la autopista, con cada vehículo "pegado" a los contiguos.
Un gran inconveniente de este sistema totalmente automático, con velocidades medias de 200 km/h, sería la mayor fricción y resistencia a que se verían sometidos los neumáticos. Por lo tanto, podemos predecir con cierta seguridad que las autopistas serán equipadas con imanes, y que los coches tendrán bases magnéticas adaptables. La eliminación de la fricción de las ruedas, y la unión de los coches con el mismo destino en larguísimas caravanas, representará el fin provisional de esta línea de desarrollo. La selección, la formación y la dirección de estos "autotrenes" se controlarán mediante ordenadores. Es muy probable que estos avances, la conducción automática y las vías magnéticas, hagan su aparición al mismo tiempo en las principales autopistas.
Rudolf y Robbert Das, "Cómo será el futuro" (1983.)