Con esto no quiero decir que no existan en Hollywood escritores auténticamente capaces. No son muchos, pero en ninguna parte hay muchos. El talento creativo es un don muy escaso, y casi siempre son la paciencia y la imitación las que se encargan de la mayor parte del trabajo. No hay por qué esperar de los anónimos currantes de la pantalla una calidad que evidentemente tampoco nos ofrecen los anunciadísimos literatos de la lista de best-sellers, ni los montadores de novelas históricas de cuarta fila que venden medio millón de ejemplares, ni los empalagosos carniceros de Broadway que se hacen llamar dramaturgos, ni los enfurruñados maestros de las pequeñas revistas.
Raymond Chandler, "Chandler por sí mismo."