Es un decreto de este gran Benévolo Osiris: el buen destino se debilita; las generaciones se desvanecen y desaparecen, otras ocupan su lugar desde el tiempo de los ancestros.
De los dioses que existieron antes y reposan en sus pirámides. ¿qué es de ellos?
Nobles y gentes ilustres están enterrados en sus tumbas. Construyeron casas cuyo lugar ya no existe. ¿Qué ha sido de ellos?
He oído sentencias de Imhotep y Herdidif, que se citan como proverbios y que duran más que todo. ¿Dónde están sus moradas?
Sus muros se han desplomado; sus lugares ya no existen, como si nunca hubieran sido.
De allí no viene nadie; que se nos diga su forma, que se nos diga su suerte, y se alegre nuestro corazón. Hasta que lleguemos al lugar al que se han ido.
Alegra tu corazón para olvidar esto; lo que es útil para ti es seguir tu corazón mientras estés con vida.
Ponte olíbano en la cabeza. Vístete de lino fino. Úngete con las maravillas auténticas de las cosas divinas.
¡Acrecienta tu bienestar, para que tu corazón no desfallezca! ¡Sigue a tu corazón y haz lo que sea bueno para ti!
Haz tus asuntos sobre la tierra según tu corazón hasta que llegue para ti el día de los funerales.
Aquel que tiene el corazón cansado no oye su llamada. Si el dios Osiris no entiende sus lamentaciones, sus ceremonias fúnebres no salvan el corazón de los hombres en la tumba.
Hazte por tanto el día dichoso, y no te canses nunca de esto. ¿Ves?, nadie se ha llevado sus bienes consigo. ¿Ves?, ninguno de los que se fueron ha vuelto.
Poema egipcio datado en el Siglo XXI a. C. a finales del Primer periodo intermedio. Se ha conservado en la capilla funeraria del faraón Intef (siglo XVI a. C.) es.wikipedia.org/wiki/Canto_del_arpista