En cuanto a mí, nunca he comprendido como dos seres que se aman y creen hallar en ese amor la felicidad suprema, no prefieren romper violentamente con todas las convenciones sociales y sufrir todo género de vergüenzas, antes que abandonar la vida, renunciando a una ventura más allá de la cual no imaginan que existan otras. En cuanto a los grados inferiores, los ligeros ataques de esa pasión, todo el mundo los tiene a diario ante su vista, y a poco joven que sea uno, la mayor parte del tiempo los tiene también en el corazón.
Por tanto, no es licito dudar de la realidad del amor ni de su importancia.
Arthur Schopenhauer, "El amor, las mujeres y la muerte."