Las paredes estaban llenas de fotos de ella en solitario. Ella en la playa. Ella en la montaña. Ella tomando el sol. Ella en el Elba. Ella jugando al tenis. Ella, ella, ella... nadie más existía. Era tan ridículo que hasta sentí un poco de vergüenza por mi lástima y de lástima por mi vergüenza.
Llegó septiembre y cuando me despedía de Carola no pude evitar sonreír con tristeza al recordar aquella frase de Fausto: "el narcisismo suele ser una flor regada por el vacío". Esa flor puede ser bellísima, pero uno no debe olvidar que su belleza solo depende de aquello que la mantiene con vida.
Cesare Pavese, relatos. 1948