Un viejo hombre, ya cercano a los noventa años, llevaba toda la mañana preparando un pequeño trozo de tierra en el jardín de su casa.
Había quitado las malas hierbas, había cercado con unas maderas un trozo de terreno y, con una pequeña pala, estaba cavando varios agujeros en el suelo.
Desde la casa de enfrente, su vecino lo había estado observando desde hacía ya más de una hora. Finalmente, preso de la curiosidad, se acercó para ver lo que hacía.
-Buenos días, vecino -le saludó.
-Buenos días -le contestó mientras abría una bolsa de semillas y las iba depositando en los agujeros.
-¿Qué está usted haciendo?
-Ah, esto... es que voy a plantar unos cuantos manzanos.
Su vecino no pudo contenerse y comenzó a reír a carcajadas.
-Pero, ¿en serio espera llegar a comer las manzanas que den esos árboles?
-Seguramente no -contestó el anciano-, pero toda mi vida he comido manzanas de árboles que no he plantado.
Cuento zen